Padre Hugo Tagle

El mejor de los negocios

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 18 de julio de 2016 a las 04:00 hrs.
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"Quien no vive para servir, no sirve para vivir" ha repetido el Papa Francisco en innumerables ocasiones, transformando esta expresión en motivación y aliciente en su servicio apostólico. La solidaridad, la entrega a los demás, el servicio, no son aspectos marginales, accesorios o secundarios en la vida cristiana: ellos pertenecen a su ADN, a su esencia, columna vertebral. En la exhortación apostólica "La Alegría del Evangelio" insiste en la entrega generosa a los demás, como camino ineludible de construcción de un mundo más humano y pleno de verdadera vida. La solidaridad pertenece a la médula del ser cristiano. La salvación, el encuentro con Cristo, pasa por el servicio al otro. Todo en la propia vida es donación, para que ella sea verdaderamente humana.


"La solidaridad, nos recuerda el Papa, es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común" (EG 149).


Por eso, compartir, ser generoso, nos hace no solo mejores personas, sino que verdaderamente seres humanos. El mejor antídoto contra la soledad, el vacío, la amargura.


La ayuda es una tarea de vida permanente y perenne. Y ¿dónde? ¿A quiénes? En los demás, en los que sufren, en los marginados, en los pobres. "El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre" (EG 155). Para la Iglesia la opción por los pobres "es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica" (EG 156). Así se entiende su célebre expresión al iniciar su pontificado "quiero una Iglesia pobre para los pobres". Esto no fue un arrebato entusiasta de quien comienza una nueva tarea. Nos recordó a los cristianos cómo es la Iglesia que quiere Cristo, ya que los pobres "tienen mucho que enseñarnos" (EG 157).


El tema de la solidaridad siempre incomoda. Nos gustaría hablar de otras cosas. Pero Cristo nos recuerda que él sigue caminando entre nosotros; sigue cargando su cruz en quienes sufren, son marginados y tratados injustamente. No nos dejará tranquilos. Y esto, porque quiere que nos realicemos plenamente, lleguemos a la "plenitud de la vida cristiana" que es donarse y darse "hasta que duela".


Y los grandes ganadores en este ejercicio, somos nosotros mismos, ya que "hay más felicidad en dar que en recibir" (Hch 20,35). Quien da más, gana más, es mejor persona, es más feliz.

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