Padre Hugo Tagle

Buenos modales

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 25 de febrero de 2019 a las 04:00 hrs.
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Un reproche a los millennials es su estilo desdeñoso. Todo lo dan por obvio, merecido, gratuito. Los favores no existen. Si se hace algo por ellos, es porque se lo merecen. Pareciera que las personas están a su servicio.

Pero este reproche vale para todos. Todos hemos caído en la tentación de pensar que los demás están a nuestro servicio. Pedimos favores sin agradecerlos. Es más. Hay gente que sólo sabe pedir favores, nació para extender la mano. Pero los malos hábitos tienen corrección.

Los buenos modales no son amaneramientos ni formalidades cliché. Son parte esencial de la conviviencia humana. Es como jugar un partido de fútbol. Hay que saberse las reglas y respetarlas. Si cada uno hace lo que le apetece y cómo le apetece, ya no será un partido; será un grupo de gente que ocupa un mismo lugar y a un mismo tiempo, nada más.

“La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y la comprensión hacia todos”, según una frase que se atribuye a Confucio. Lo propio humano es tratarnos bien, hacer sentir bien al otro, dejar una buena estela tras nuestro paso por un lugar. Que nos recuerden como buenas personas, amables, cordiales y respetuosas. Las tres palabras mágicas en el trato humano las conocemos: gracias, perdón, por favor. Son las llaves para abrir los corazones más cerrados y distender el más denso de los ambientes.

Se debe ser agradecido siempre. Agradecer por todo. Nada es obvio. Y pedir todo por favor. Andar por la vida no como acreedor, sino con actitud de deudor. Todo es regalo. La educación se nota en todos los lugares. La calle, por de pronto. Evitemos los gritos y bocinazos. En el Metro y la micro. Demos la pasada, no nos atarantemos, dejemos bajar antes de subir. “El que no es suficientemente cortés, no es suficientemente humano”. La cortesía en todo. “Ser amable es más importante que ser sabio, y entender esto es el principio de la sabiduría”.

Las reglas elementales de la cortesía son muy simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir los reproches, dar importancia a los demás y prestarles atención. Si nos tratáramos mejor, quizá no seríamos más ricos, pero sí más felices. Propóngase dejar un buen recuerdo a alguien al término del día. La educación no la regala el exceso de cosas. Es una disposición del alma a tratar mejor a los demás.

Ya lo decía Coco Chanel, la experta en moda: “No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase”. Y eso no se compra en ninguna parte. Pero se adquiere a fuerza de voluntad, ánimo y convicción de tratar mejor a los demás.

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