Padre Hugo Tagle

Bienvenidos migrantes

En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Martes 20 de septiembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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En un 123% ha aumentado el número de migrantes en Chile en el último decenio. Solo de Haití han llegado a Chile más de 20 mil en un semestre, vale decir, 110 diarios. La ley de extranjería chilena se ha flexibilizado, siguiendo la tendencia de los países en vías de desarrollo y el llamado de la ONU a acoger a los desplazados por el mundo. Un signo de apertura que nos enriquece, nos regala diversidad y aporta en cultura. Chile, tradicionalmente aislado por su gran cordillera y mar, ahora se muestra abierto y receptivo, lo que desafía nuestros parámetros culturales, obliga a ser más tolerantes y a aprender de la idiosincrasia de otros.

El Papa Francisco se ha referido en múltiples ocasiones al drama de los migrantes tras mejores condiciones de vida, que huyen de guerras, hambre, persecuciones. “La compasión cristiana -este “sufrir con-pasión”-, dice el Papa, se expresa ante todo en el compromiso de conocer los eventos que empujan a dejar por fuerza la patria, y donde sea necesario, a dar voz a los que no pueden hacer oír el grito de dolor y de la opresión”. En este sentido los cristianos estamos llamados a sensibilizarnos ante la realidad de hermanos de una familia común, heridos por la violencia, el abuso de poder, la distancia de la familia, eventos traumáticos, la fuga de sus hogares, la incertidumbre sobre el futuro.

Chile, como buena parte de América, es tierra de migrantes. Incluso quienes dicen ser originarios, lo fueron en su pasado. La vocación humana es una mezcla entre movilidad y sedentarismo. Nos asentamos con la idea de movernos, casi para tomar vuelo y lanzarnos a una próxima aventura. La modernidad está signada por la movilidad. Es una característica esencial de ella que no desaparecerá más. Todo se ha vuelto flexible, movible: habitación, trabajo, redes sociales. Vivimos en una sociedad “líquida”, usando la célebre descripción de Bauman. Hay que hacerse a la idea de que este fenómeno va a aumentar con el tiempo. La invitación es a aprovechar sus innumerables bondades. Los inmigrantes nos enriquecen. Desde el vestuario hasta la cocina; la literatura, el arte y música. La migración es un don que trae savia nueva, nos obliga a ser más tolerantes, amplía nuestra mirada y comprensión de la realidad.

La inmensa mayoría de los migrantes venidos a Chile son cristianos, con una experiencia de fe tan profunda como novedosa. Nueva música, bailes, devociones, prácticas religiosas. Todo ello, si se integra con sabiduría y pedagogía, redundará en una Iglesia más rica, diversa, pluricultural, misionera.

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