Luis Felipe Lagos

¿Qué está pasando en el mercado laboral?

Luis Felipe Lagos M. Investigador ClapesUC y consultor

Por: Luis Felipe Lagos | Publicado: Miércoles 20 de marzo de 2019 a las 04:00 hrs.
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En 2018 la economía creció 4%, pero sólo se generaron 114 mil nuevos empleos, denotando un cierto rezago en la respuesta del mercado laboral. Esto ha suscitado algún pesimismo en los indicadores de confianza.

La elasticidad empleo-producto (razón de la variación porcentual del empleo respecto de la variación porcentual del PIB) ha caído a 0,3 en el último año, sustancialmente inferior a la media de 0,7 en el período 2010-2018. Esto ocurre tanto para el total de ocupados como para los asalariados privados, categoría ocupacional que debiera estar más relacionada con la actividad económica.

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Es bien sabido que las cifras oficiales han subestimado el empleo efectivo debido a un marco muestral muy antiguo (censo 2002) y por la falta de actualización de los factores de expansión (representatividad de la muestra en la población). El principal problema es que no captan el shock migratorio ocurrido en los últimos años, que de acuerdo al ejercicio que hace el Banco Central en el IPOM, habría contribuido a un incremento de entre 198 mil a 273 mil empleos el año 2018.

No obstante, según los registros administrativos (cotizantes del sistema previsional), el incremento de 183 mil cotizantes (un 3,6%) en 2018 es coherente con el repunte de la actividad. Los datos administrativos, aunque también tienen falencias, captarían de mejor manera el impacto de los migrantes y los cambios en la composición etaria de la población.

El mercado laboral también se está viendo afectado por cambios estructurales, como son la reforma laboral de 2016 y el continuo proceso de automatización que conllevan las nuevas tecnologías (robotización e inteligencia artificial).

La reforma laboral fortaleció el poder sindical. En particular, la eliminación del reemplazo -tanto interno como externo- durante el período de huelga y la indexación de salarios tienen efectos negativos sobre el empleo. La ausencia de reemplazo genera aumentos de salarios que no responden a incrementos de productividad, reduciendo el empleo. Asimismo, la reintroducción de la inflexibilidad a la baja de los salarios al establecer un piso real para la negociación, genera desempleo. Lamentablemente, la historia se repite, ya que la inflexibilidad a la baja de los salarios reales produjo las altas tasas de desempleo que Chile experimentó en los años 80.

Los estudios de Alejandra Cox (2017) y Juan Bravo con Agustín García (2018) analizan los potenciales impactos de la reforma laboral, concluyendo que la tasa de desempleo se elevaría en el largo plazo, aumentando el desempleo en torno a 220 mil personas.

Las nuevas tecnologías que inducen la automatización llevan a la destrucción de empleos de mediana calificación, pero crean otros nuevos de alta calificación, lo que muy probablemente puede generar mayor desempleo durante la transición. En el corto plazo, el proceso de sustitución de trabajo por capital puede haberse visto retrasado por la masiva inmigración.

En este contexto, es crucial que la nueva reforma laboral considere mejorar las políticas de capacitación; avance en la flexibilidad de horarios y jornadas de trabajo; y así como al igual que en la mayoría de los países, permita el reemplazo interno durante la huelga, para evitar la paralización de la empresa.

Es también pertinente apurar la sustitución del esquema de indemnizaciones por despido por un seguro de desempleo más amplio, lo que constituye una política más acorde con los desafíos laborales del futuro.

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