José Manuel Silva

A la búsqueda de los brotes perdidos

Por: José Manuel Silva | Publicado: Miércoles 10 de junio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Los brotes verdes se marchitaron rápido. El otoño llegó a nuestra economía y es probable que aún falte un largo, lluvioso y frío invierno antes de ver brotes verdes. Y aún ahí, puede ocurrir que esta higuera no dé más frutos.

El único problema con esta analogía climatológica es que nuestro otoño es autoinducido. Como señala el último Informe de Política Monetaria del Banco Central, "la prolongada debilidad de la inversión ha sido uno de los elementos más llamativos del último ciclo. Luego de crecer a tasas récord y llegar a 26,6% del PIB en el 2012, su variación anual ha sido negativa por más de seis trimestres, uno de los perores registros de las últimas tres décadas."

¿A qué obedece esta profunda y prolongada caída de la inversión? Según el mismo informe, esta caída guarda una gran relación con el desplome de la confianza empresarial, medida ésta por el indicador IMCE. A su vez, señala que la caída del 2014 se debió preponderantemente a variables internas (shocks autónomos) a diferencia de episodios previos, donde el rol de shocks externos fue más relevante.

Obviamente el Banco Central no detalla cuales son los shocks autónomos que han dado luz a nuestra deprimida inversión. Ello sería políticamente riesgoso. Sin embargo, es esto lo que hemos insistido tanto en estas columnas. La llamada Nueva Mayoría (ex, según las encuestas) redactó un programa de gobierno que quiere hacer cumplir. Este programa está permeado por una obsesión igualitaria cuya consecuencia es socavar hasta los mismos cimientos el sistema económico, político e institucional que ha producido los mejores 30 años de la historia económica y social de Chile.

Cuando insistimos que la reforma tributaria era un tsunami tributario, o que la reforma laboral era un golpe mortal a la economía exportadora de perecibles que Chile ha construido con tanto esfuerzo. O finalmente, que la amenaza de un asambleísmo constituyente, pondría en jaque el derecho de propiedad y en definitiva la paz del país, lo hacíamos con el convencimiento que ello apagaría lo que Lord Keynes señalaba como los animal spirits de una economía. Esa capacidad de los hombres de empresa de arriesgar capital, comodidad y certeza, con el propósito de emprender y eventualmente lucrar, y en el intertanto generar empleos, mejores salarios y muchos impuestos.

Sin animal spirits no existe desarrollo económico verdadero, ni verdaderas políticas sociales, dado que los impuestos se desvanecen en el tiempo y los países se hacen fiscalmente inviables (Grecia, Venezuela, Argentina). El estado puede plagiar los animal spirits momentáneamente, como está ocurriendo hoy en Chile, en donde estamos mal gastando la cuenta corriente fiscal tan esforzadamente construida. Pero muy pronto, se llega a la conclusión que cuando el estado emprende, surgen los transantiagos a diestra y siniestra. Que el estado docente, influenciado por el partido comunista, es muy probable que marchite los pocos brotes verdes de nuestra educación, a gran costo. Que la Enap empresarial volverá a perder otros mil millones de dólares como ya lo hizo una vez. O que la deuda externa de Codelco seguirá subiendo, convirtiendo a la gran cuprífera estatal en otro Petrobras.

Todo lo anterior, sazonado constitucionalmente por derechos sociales que sólo existen en el papel o en los atrios borrascosos de ideólogos constitucionales cuyo conocimiento de cómo funciona la economía moderna lo obtuvieron de sociólogos franceses.

¿Cómo se pretende que surjan brotes verdes si se quiere podar el jardín con retroexcavadoras? Y las retro constitucionales son especialmente dañinas. Basta con leer al profesor José Luis Cea en El Mercurio de este domingo: "Al eliminar el control previo del Tribunal Constitucional sobre las leyes –especialmente las orgánicas constitucionales- se interviene a fondo el orden jurídico que conocemos y se impone el imperio de la ley sobre la Constitución... En este cuadro, el derecho de propiedad queda entregado al arbitrio de una ley promulgada por una mayoría."

Cabe señalar que las leyes orgánicas constitucionales requieren de un mayor quórum para ser modificadas, justamente para impedir que mayorías circunstanciales, como la actual, borren de un plumazo derechos fundamentales.

Mientras no se clarifique qué se entiende por nueva constitución y se explique claramente en debates informados las consecuencias, costos y beneficios de los cambios pretendidos; mientras no se modifique el tsunami tributario y mientras no se cambie la ley de monopolio sindical, nuestros brotes verdes seguirán siendo ideológicamente falsos.

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