Javier Zabala

Freelancing, ¿un antídoto para todos?

Javier Zabala Luminis Consejeros

Por: Javier Zabala | Publicado: Miércoles 22 de agosto de 2018 a las 04:00 hrs.
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En estas semanas nos enteramos de que el empleo asalariado en diversos rubros continúa aumentando, aunque muy lentamente, y que Escondida acordó los términos que evitaron una huelga. En una mirada siglo XX, esas son buenas noticias: Los trabajadores están volviendo a ser responsabilidad de alguna empresa; y los que están empleados en la mayor exportadora de cobre de Chile, y del mundo, no dañarán al país paralizándola.

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Pero, con una mirada tipo siglo XXI, sabemos que esto no puede, por sí solo, el modelo del país hacia adelante. Por ejemplo, el cierre de la planta Maersk en San Antonio y el de Iansa en Linares nos muestran que estar empleado no es sinónimo de estabilidad. Y la negociación de Escondida nos muestra que los trabajadores pueden volverse parte de una tormenta perfecta si estrujan a su empresa: en este caso, en un solo bono a la minera le extrajeron casi un PIB y medio anual per cápita, cuando el precio del cobre ha caído 20%. Por tanto, sabemos que las empresas seguirán alivianándose de empleos como sea, a la antigua vía fusiones —como las de BBVA y Scotiabank, o Agrosuper y AquaChile— o a la moderna, incorporando cada vez más tecnologías de la información (TI).

Ante esta inestabilidad del empleo, los profesionales de mercados más desarrollados recurren, o son obligados, más y más a volverse agentes libres de prestar sus servicios, de vender bienes, o de arrendar activos, es decir, de convertirse en freelancers. Por ejemplo, estudios muestran que a la fecha en Estados unidos y Europa entre 20% y 30% de los trabajadores son freelance, y que hacia 2027 el 52% lo podría ser.

Entonces, si en menos de 10 años la mitad de los trabajadores deberá ajustarse a ser independiente, ¿qué se requiere para ser exitoso en esa modalidad profesional?

Lo primero es buscar en uno mismo un fuego interno que lo impulse a producir o perecer, a ver con disciplina y sin descanso que las cosas se hagan o que las cosas se vendan. Pero esta presión constante requiere, a su vez, cultivar cuatro dimensiones que crean un ambiente de contención para sobrellevarla.

La primera es desarrollar y mantener un reducto físico donde trabajar, que protege de las presiones y distracciones externas, y ayuda a no sentirse desarraigado. La segunda es idear fuertes rutinas para aumentar el enfoque y la productividad diaria. La tercera es encontrarle un propósito vital al quehacer, que construya una identidad, inspire y llene más allá de lo monetario. Y, por último, conectarse con algunas personas que se vuelven modelos a seguir, soporte para perseverar en los tiempos difíciles, o aliciente para aventurarse a enfrentar los riesgos que están en la naturaleza de ser freelancer. El antídoto freelancing no es para todos y muchos trabajadores se vuelven a emplear si las cosas no se dan, o si el mercado cambiante se los permite. Incluso los freelancers exitosos nunca sienten que “llegan” completamente a una posición de tranquilidad y ecuanimidad, pero en cambio sienten que su estado de libertad y alerta continua es el más adecuado para un siglo XXI que no tiene miramientos con nadie.

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