Guillermo Tagle

Llega la hora de hablar

Claramente estamos viviendo momentos críticos en la historia de la humanidad. Si alguien se queda “pegado” en las noticias locales y el ambiente de pesimismo que se vive hoy en nuestro país, quedará con la sensación de que Chile está hoy muy complicado...

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Viernes 12 de agosto de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Guillermo Tagle

Guillermo Tagle

Claramente estamos viviendo momentos críticos en la historia de la humanidad. Si alguien se queda “pegado” en las noticias locales y el ambiente de pesimismo que se vive hoy en nuestro país, quedará con la sensación de que Chile está hoy muy complicado. Por otro lado, si se trata de un ciudadano más “internacional” que habita en Chile, y que en estos días ha visto y leído mayoritariamente noticias de la prensa internacional (con el “downgrade” de Estados Unidos, las revueltas sociales en Inglaterra, Siria, Egipto y Africa, el colapso de los mercados financieros, la eventual desarticulación del Euro), probablemente estará muy preocupado del acontecer internacional y pensará que bueno es vivir en Chile.

Efectivamente, la efervescencia y la inquietud social, promovida activamente por la facilidad y el acceso a comunicaciones que proveen las nuevas tecnologías, es un fenómeno nuevo para la humanidad. Gobernar en una democracia bien establecida y consolidada, en tiempos de “facebook” y “twitter”, se ha convertido en una ciencia social difícil de controlar. Gracias a esta nueva tecnología, hemos visto cómo la rápida y efectiva organización social ha desmoronado gobiernos del mundo islámico (que parecían imbatibles); hemos visto a los “indignados” españoles irrumpir en las calles y plazas de las principales ciudades de España, mientras la “guinda de la torta” ha sido la irrupción de violencia entre ciudadanos ingleses que salieron a las calles a protestar y quemar, sin mayor explicación que algunas molestias provocadas por la conducta de la policía en un caso particular.

Hay muchas las causas por las cuales ciudadanos de Chile se pueden sentir molestos y cansados, con la necesidad de protestar y expresar. En lo que se refiere a Educación, son muchos los años en que se ha proclamado y reclamado que necesitamos mejorar la calidad. Son muchos los años en que se ha prometido mucho y hecho poco. Esto ha sido especialmente relevante en lo que se refiere a Educación Primaria y Secundaria. En materia de Educación Superior, el problema está más ligado a materias económicas y de financiamiento, que a diversidad y calidad de oportunidades. La desregulación ocurrida hace más de 20 años en materia de Educación Superior provocó un crecimiento sin precedentes de inversión y emprendimiento. La calidad de infraestructura, la cantidad de vacantes, la diversidad de alternativas para egresados de Educación Secundaria, supera la demanda. Por ello, en este ámbito, el problema actual está mucho más ligado a problemas de control de calidad y a la carga financiera que deben enfrentar los estudiantes y sus familias.

Para quienes hemos observado desde afuera el ambiente de conflicto que se está instalando en Chile, ha llegado la hora de hablar. Consistentemente, quienes tienen posturas conflictivas y contrarias a la paz y progreso, se han ganado la tribuna de los medios de comunicación y han liderado la presencia en las redes sociales. Son muchas las cosas buenas que ha logrado Chile en las últimas décadas, como para dejarse dominar por el clima de tensión y discordia que unos pocos tratan de imponer. No se puede avanzar ni lograr acuerdos, si quienes difieren de las políticas públicas, o quieren proponer fórmulas alternativas, no están dispuestos al diálogo, no están dispuestos a negociar y buscar puntos de acuerdos, sin usar fórmulas coercitivas como son las tomas, el desorden público y las paralizaciones sostenidas. Hasta aquí, Chile sigue creciendo, los planes de inversión y desarrollo en el mundo corporativo siguen avanzando. Preocupa la inestabilidad que provoca la crisis del mundo desarrollado, sobre economías emergentes como la nuestra. No es posible que sumemos a las dificultades que no podemos evitar y que nos llegan del exterior, problemas locales que se han exacerbado por la falta de tolerancia y de respeto por el orden público, de unos pocos, que abusan del anonimato que proveen las tecnologías para provocar desbordes e impedir un dialogo constructivo, que encuentre soluciones de largo plazo para los problemas que realmente afectan.

Lo más leído