Guillermo Tagle

Historias de colegios con alma

Guillermo Tagle

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Viernes 8 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Guillermo Tagle

Guillermo Tagle

Al cumplirse 25 años de historia de nuestra empresa (hace 3 años), tuvimos la inspiración de crear una fundación para proveer “pro bono” servicios de asesoría financiera, en el mismo estándar que el que normalmente se proveería a cualquier empresa. En el ejercicio de esta labor, hemos podido entender y conocer muchos casos de historias de servicio, generosidad, entrega y dedicación, de muchas personas y entidades privadas, que en forma anónima y con el sólo fin de ayudar al prójimo se dedican a mejorar la calidad de vida de los más necesitados.

La Fundación Astoreca y la Fundación Nocedal, son dos ejemplos con que nos ha tocado trabajar y con ello, entender cómo hacen la diferencia en la calidad de la educación de los niños y las familias que se involucran en sus colegios. Ambas fundaciones ya con tres colegios cada una, en los sectores más desprovistos de la Región Metropolitana, siguiendo modelos de educación y gestión que si bien tienen algunas diferencias, tienen un tronco común que los ha llevado a conseguir los resultados que hoy los distinguen. No sólo construyen y proveen lo necesario para la operación de sus establecimientos, han creado colegios con alma. 
Para la gestación de cada uno de sus colegios, obtener los recursos financieros para construir la infraestructura y financiar la operación, es un paso muy relevante y definitivamente necesario. Pero junto con ello y más importante aún, ha sido encontrar a las personas adecuadas disponibles, para gestionar y dirigir los colegios desde su creación, junto con el equipo de profesores calificados que puedan llevar a la práctica y transmitir en las sala de clases, los estándares, valores y conocimientos, con la calidad y excelencia que inspira a sus creadores. Con un directorio altamente calificado, de voluntarios que en forma anónima y desinteresada dedican parte relevante de su tiempo, se involucran y trabajan para que los alumnos y las familias que les confían la educación de sus hijos, puedan dar lo mejor de sí mismos y desarrollarse en todo su potencial.

En momentos tan importantes como los que estamos viviendo, en que se debate en Chile respecto de la Reforma Educacional, que junto con ello se promueve una Reforma Tributaria que busca recaudar 
US$ 8.200 millones para financiar la solución a los problemas que tiene hoy la educación en Chile, es importante tener en cuenta la experiencia y lo que estas fundaciones privadas (y muchas otras más como Aptus y SIP), han logrado hacer para proveer educación de calidad. Es claro que el problema fundamental no es sólo de recursos.

No sólo hay que disponer de la infraestructura adecuada y poder pagar remuneraciones justas a los profesores. Los colegios tienen alma, son organizaciones vivas, donde la participación involucrada de sus directores, fundadores o emprendedores, son los que dan vida a los establecimientos, imprimen carácter, forman el espíritu y forjan la vocación de los niños que ahí se educan. Respecto de la selección, en los colegios Astoreca se hace por sorteo con una tómbola, en Nocedal se selecciona estudiando la situación de cada postulante para estar seguros que los admitidos son los más pobres y vulnerables de entre todos los candidatos. En ninguno de los dos hay copago, pero ambos sustentan su actividad con aportes de voluntarios que apadrinan alumnos o hacen aportes voluntarios (una forma de copago indirecta, sin la cual no podrían subsistir). Ambos pertenecen a fundaciones privadas sin fines de lucro. En ambas instituciones, sus directorios cumplen un rol comprometido y fundamental en la gestión de sus proyectos educativos. ¿Qué ocurriría si de pronto el Estado decidiera tomar el control de estos colegios y reemplazar con funcionarios, la gestión que hoy hacen los privados que los dirigen? La respuesta es obvia y natural; el Estado se haría de cadáveres de colegios, sin alma. Resucitarlos y darles vida sería una tarea imposible de lograr. Es esta una de las razones por las cuales cuando se propone que el Estado use cantidades de recursos relevantes, para tomar el control de cantidades también relevantes de colegios que los padres han elegido para sus hijos, es alto el riesgo de adquirir sólo cadáveres de proyectos educativos, colegios sin alma. 
El verdadero y real desafío para quienes hoy diseñan el proyecto más importante asumido por el actual gobierno, no es la gratuidad, ni la propiedad, ni la selección, ni el copago, ni el financiamiento. Es descubrir –si es posible- cómo crear en entidades públicas y gestionadas por el Estado, un alma potente y distintiva, capaz de transmitir valores, calidad y conocimientos con excelencia.

Lo más leído