Guillermo Tagle

Euro: lecciones para un Presupuesto de país emergente

Próximos a cumplir diez años, desde que se iniciara la circulación de la nueva moneda en Europa, la creación del Euro ha pasado de ser una de las creaciones más notables y relevantes de la historia económica de Europa, a una de las mayores amenazas de rigidez e inestabilidad.

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Viernes 4 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Próximos a cumplir diez años, desde que se iniciara la circulación de la nueva moneda en Europa, la creación del Euro ha pasado de ser una de las creaciones más notables y relevantes de la historia económica de Europa, a una de las mayores amenazas de rigidez e inestabilidad.

En condiciones de independencia monetaria, hace bastante tiempo que los países en dificultades (Grecia, Portugal, España, Italia) habrían tenido que sentarse a renegociar sus deudas, puede que hubiese ocurrido algún “default”. Pero al mismo tiempo, habrían visto fuertemente devaluada su moneda, sus ciudadanos habrían sufrido el rigor de perder riqueza en términos relativos a sus vecinos de la Comunidad. Se habrían hecho automáticamente más pobres (por secretaría), sin tener que mediar negociaciones de rebajas de sueldos a los empleados públicos, o “referéndums” para aprobar propuestas. Estas calamidades se habrían logrado al mismo tiempo que, habrían visto mejorar su competitividad por la rebaja implícita en sus costos de mano de obra, habrían aumentado sus exportaciones, y atraído inversiones como hoy ocurre en Turquía (y no en las islas griegas).

Respecto de las economías más fuertes (especialmente Alemania), habrían sufrido el lado contrario de esta situación. En primer lugar, el “default” en los países más débiles, habría amenazado la posición financiera de los bancos que hubiesen tenido recursos invertidos en esos países. Las monedas de los países fuertes se habrían apreciado significativamente, afectando la competitividad y la posibilidad de exportar bienes y servicios al resto del mundo. En palabras simples, si Alemania tuviese hoy su propia moneda y la misma fortaleza financiera, sería prácticamente imposible que ciudadanos del mundo emergente pudiesen acceder a precios asequibles, a bienes tan cotizados como los automóviles alemanes. 
Como se puede observar, sin unificación monetaria la situación de Europa habría tenido una solución más simple y directa, pero no por eso con menos turbulencias y dificultades. Sin Euro, pero con la misma experiencia de gasto público y endeudamiento excesivo en algunos países, igual habrían ocurrido devaluaciones, “defaults”, cambios relativos en competitividad y efectivamente, volatilidad en los mercados bursátiles. 
Hoy es fácil decir que el Euro fue un error, que su existencia limita la independencia y autonomía con que cada nación puede enfrentar y administrar sus problemas. Pero no hay que olvidar que, en el origen de su creación tiene que haber estado presente, la preocupación por asegurar para toda la Comunidad, un estándar de igualdad y equilibrio económico, que generara compromisos y lazos permanentes entre las Naciones. El Euro tiene una dimensión “solidaria”, según la cual, los países ricos no pueden desentenderse de lo que ocurra y cómo solucionen sus problemas, los países más pobres, hoy en dificultades. El Euro tiene también un problema de “free rider”, al no existir mecanismos de control directo del gasto fiscal en países “menos” responsables, respecto de países más austeros y con mayor propensión al ahorro.

La solución a las dificultades actuales, tendrá que ocurrir en forma colectiva. Los países más poderosos tendrán que ver diluir parte de su riqueza, ya que al emitir euros para financiar y estabilizar a los países “quebrados”, perderán poder adquisitivo porque el euro tendrá que devaluarse, no sólo contra el dólar, sino que también contra las monedas del mundo emergente, que por primera vez tiene una oportunidad de mejorar su posición relativa, gracias a la disciplina fiscal con que han sido gestionados y al “milagro” de la apreciación de los recursos naturales (que les son abundantes). 
Chile está en el lado favorable de la balanza. Hemos tenido disciplina fiscal, hemos ahorrado en tiempos de abundancia, tenemos recursos naturales. El riesgo potencial que debemos cuidar, es la consecuencia de que -naturalmente- tendrá que apreciarse nuestra moneda. En términos relativos ganaremos posiciones en el ranking de riqueza, pero para mantenernos, no podemos perder de vista que lo logrado, ha sido en gran parte, resultado de una política fiscal sana y responsable. La apreciación del peso, nos exigirá aumentar competitividad por otras vías. En lo inmediato y estando en tierra derecha la discusión presupuestaria, hay que poner “ojo” para no sentirnos más ricos de lo que somos (como claramente le ocurrió a los ciudadanos de Grecia cuando se incorporaron al Euro).

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