Guillermo Tagle

El gran desafío de Chile

Guillermo Tagle Q. Presidente Credicorp Capital

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Martes 25 de febrero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Nuestro país enfrenta dos virus malignos, tan graves como el cáncer para la salud humana. Nuestras autoridades e instituciones no logran abordar los problemas de fondo, demasiado ocupadas en una agenda política y en el diseño de una hoja de ruta, que poca tracción generan en el sentimiento directo de la ciudadanía. Estos son la violencia que sostienen y propagan algunos grupos radicales muy minoritarios, pero muy bien organizados; y la sequía que azota y destruye nuestra naturaleza y amenaza dejar sin abastecimiento de agua a vastos sectores del territorio.

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El primero (la violencia), es un fenómeno social inducido por ideologías extremas que quisieran cambiar la forma en que nos organizamos y vivimos, promoviendo modelos “utópicos” ampliamente fracasados en otras latitudes, que se alimentan y propagan usando y abusando de la vulnerabilidad en que han quedado algunos sectores postergados de nuestra sociedad, a quienes no ha llegado el progreso y bienestar al que muchos otros si han accedido.

El segundo (la sequía), es un fenómeno provocado por el cambio del clima en el planeta, inducido por décadas de desarrollo material en que simplemente no se consideró cuánto podría dicho progreso estar afectando a la naturaleza. En Chile, la falta de previsión y planificación de largo plazo en esta materia nos enfrenta a una gran incertidumbre; estamos viendo desaparecer ríos, lagunas, glaciares, vegetación nativa, que han sido parte de nuestro hábitat y sustento vital, durante los siglos de vida civilizada de la que tenemos registros.

La combinación de estos dos problemas juntos se vuelve explosiva cuando parte del vandalismo alimentado por grupos radicales, incrementa la cantidad de incendios intencionales, que aceleran los procesos de destrucción de la naturaleza y vuelven mucho más dramático el proceso evolutivo natural. Tenemos que destinar tiempo, energía y creatividad a resolver qué tipo de sociedad queremos construir para el futuro. En el debate del proceso constituyente que el mundo político y el gobierno decidieron comprometer, como respuesta a la efervescencia social que surgió a partir de octubre pasado, se estableció un calendario de rediseño institucional que, en su escenario más probable, implica dedicar dos años a discusiones y debates respecto del modelo “óptimo” de sociedad que quisiéramos construir, para entregar un mejor país a la próxima generación.

El desafío para la autoridad hoy es abordar estos temas en forma diligente y con la coordinación y secuencia adecuada. Para el proceso constituyente, es fundamental reconstruir un ambiente de paz y convivencia social que erradique la violencia y permita debatir, discrepar y dialogar con tolerancia y tranquilidad. Crear este ambiente de diálogo constructivo (eliminando la violencia radical que perturba), es un desafío de gestión humana. Con estrategia, recursos modernos, buen diseño táctico y, especialmente, soporte del mundo político hacia las entidades, personas e instituciones encargadas del orden público, el problema se tiene que poder resolver.

Respecto del impacto de la sequía y del diseño de políticas públicas que provean sustentabilidad de largo plazo a nuestro territorio, este es un desafío mayor. Por una parte, hay que elaborar planes de acción que nos permitan reducir la dependencia y aprovechar mejor las fuentes de agua. A diferencia del problema anterior, en este caso hay “imponderables” que pueden afectar el escenario. La lluvia, por ejemplo, puede trastocar todas las proyecciones. Hay que trabajar pensando en lo peor, y rogando para que ocurra lo mejor.

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