Lecciones de un recorrido

Enrique Marshall

En estos días, la PUCV publica mi libro “Reflexiones sobre el sistema financiero chileno. Un recorrido por las últimas décadas” que contiene una selección de columnas de opinión, artículos y conferencias publicadas en el período 2000-20. El libro, dirigido a todo público, tiene como objetivo contribuir a la cultura financiera y aportar un grano de arena al diseño de las políticas públicas.

Los temas abordados son numerosos y comprenden, entre otros, la competencia, la inclusión financiera, las PYME, la práctica del ahorro, la tarificación de los servicios, los gobiernos corporativos, la estabilidad financiera, y el marco de regulación y supervisión. Todos ellos revisten un alto interés pensando en el futuro de la actividad bancaria.

En relación con cada uno de ellos, el libro provee antecedentes y formula recomendaciones orientadas a perfeccionar el funcionamiento del sistema financiero, teniendo presente que su objetivo último es servir a las personas y las empresas. En esta oportunidad, quisiera detenerme brevemente en el tema de la competencia, que tiene varias aristas y múltiples implicancias.

Como se menciona en el libro, las actividades financieras son altamente reguladas. Para comprar un banco o instalar uno nuevo, por ejemplo, se requiere obtener una autorización, la que está condicionada al cumplimiento de estrictos requisitos de solvencia e integridad. Estas y muchas otras regulaciones, nos guste o no, limitan o restringen la competencia.

Por varias razones, la carga regulatoria sobre los bancos, lejos de disminuir, ha tendido a aumentar, sin perjuicio de reconocer esfuerzos puntuales en dirección contraria. Como resultado, muchos bancos, principalmente los pequeños, han visto comprometida su viabilidad y han terminado saliendo del mercado. En ese marco, la atención de la opinión pública sobre la competencia ha permanecido vigente e, incluso, se ha intensificado.

Para hacerse bien cargo de esta realidad es clave extraer lecciones de experiencias pasadas y proveer buenos diagnósticos mirando al futuro. Por lo primero, la simple apertura del sistema a nuevos bancos, cuando se ha practicado, no ha entregado los resultados esperados. Por lo segundo, muchas de las limitaciones a la competencia afectan, más que al conjunto del sistema, a nichos o segmentos de negocios específicos. Otras se relacionan con la escasez de información para acotar los riesgos de crédito, o bien con restricciones o costos para moverse de un proveedor a otro. Si ello es así, las acciones de política deberían orientarse principalmente a resolver esos problemas.

El desafío de cuidar un ambiente de competencia en el sistema financiero es clave. Lo es para que éste progrese e innove como corresponde. Pero lo es también para afianzar su legitimidad y sostenibilidad en el largo plazo. Esta es una de las lecciones de la experiencia.