Enrique Manzur

Los costos de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy

Por: Enrique Manzur | Publicado: Viernes 24 de mayo de 2013 a las 05:00 hrs.
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En las áreas de psicología y economía conductual ha cobrado mayor relevancia el estudio de la Procrastinación o la tendencia a diferir o postergar aquellas decisiones que sabemos son necesarias y consistentes con nuestros objetivos de largo plazo, pero que por diversas razones terminamos aplazando.



Una conducta que se enmarca en lo anterior es lo referido a la alimentación sana. Todos conocemos y entendemos los beneficios de una dieta balanceada, sin embargo, como señala el profesor del MIT Dan Ariely, cuando llega el carrito de postres la mayoría de nosotros sucumbimos a la tentación y aplazamos nuestras buenas intenciones para el día de mañana. La frase: el lunes sí que comienzo la dieta, captura la esencia y magnitud del problema que enfrentamos.

Algo similar ocurre con el ahorro, si bien estamos conscientes de la necesidad de ahorrar para el futuro, siempre encontramos buenas razones para postergarlo, sacrificando nuestro objetivos de largo plazo por una gratificación inmediata. Lo anterior, explica porque en la práctica las cotizaciones voluntarias no funcionan y los Estados se ven en la necesidad de establecer pagos previsionales obligatorios, pese a la importancia que todos le asignamos al ahorro para la jubilación. No obstante, existe esperanza si al menos reconocemos nuestra propia debilidad. Se pueden establecer mecanismos que sin coartar la libertad individual permitan reducir el problema de la dilación, por ejemplo el trabajador podría comprometerse de antemano a ahorrar un porcentaje definido por él, a través de un descuento directo en los sueldos futuros.

La trampa de la Procrastinación también se puede extrapolar a las decisiones país. Cuando sistemáticamente se aplazan decisiones estratégicas claves porque “no es el momento”, caemos en ella.

Un ejemplo claro de lo anterior es lo ocurrido con el tema energético, considerado un elemento clave en el desarrollo futuro y que por su importancia ha estado presente permanentemente en la agenda nacional. Existe justificada preocupación respecto a la disponibilidad energética futura, lo que se refleja en que ocupamos el lugar 51 de 59 economías en dicho ítem, en el informe de competitividad 2012 del IMD. Pese a ello, no hemos sido capaces como sociedad de acordar el diseño de una matriz energética diversificada, que compatibilice las necesidades asociadas al desarrollo con la conservación y cuidado del medio ambiente y la calidad de vida de todos los chilenos.

Obviamente no es una discusión fácil, no existen soluciones mágicas y no todos van estar contentos cualquiera sea la decisión definitiva, por eso no es un tema políticamente atractivo. Sin embargo, el seguir dilatando la decisión es la peor opción, ya que, al igual que a nivel individual con la dieta y el ahorro, los efectos de estas postergaciones son acumulativos y los resultados de la procrastinación se harán evidentes cuando ya sea muy tarde para enmendar el camino.

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