Columnistas

DF Conexión a China | La gran batalla de Beijing

Rafael E. Rincón-Urdaneta Z. Consultor de liderazgo y estrategia

Por: Rafael E. Rincón-Urdaneta Z. | Publicado: Martes 7 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Rafael E. Rincón-Urdaneta Z.

El poder es la capacidad de influir en otros para obtener los resultados que queremos. Joseph Nye explicó que a veces usamos la amenaza, la coerción o pagos — esto es “poder duro”, donde los factores militar y económico son esenciales—, o hacemos que otros quieran lo mismo que nosotros porque admiran, aprecian y respetan nuestros valores, logros y cultura. Esa capacidad de atracción, o de “ganar mentes y corazones”, es el “poder blando”.

Imagen foto_00000004

Muchos países han comprobado su fuerza y por ello invierten en diplomacia pública y prestigio. China, por sus aspiraciones políticas y económicas globales, también. En 2007, Hu Jintao anunció al 17° Congreso Nacional del Partido Comunista que habría de avanzarse hacia un nuevo auge de la cultura socialista, estimulando el vigor creativo e incrementando la “fuerza suave” de la cultura nacional. Y se gastaron decenas de millones de dólares para modelar la opinión pública y las percepciones a través de intercambios persona a persona, actividades culturales y educativas, medios, etcétera. Incluso las Olimpíadas de 2008 fueron un hito.

Beijing ve hoy en juego las ganancias obtenidas, primero, porque la penosa situación de los uigures y de Hong Kong ha recordado la naturaleza autoritaria del régimen comunista. Luego por el Covid-19, no tanto por su origen geográfico como por el cuestionable manejo oficial. A las acusaciones de censura, desinformación y presiones se suman las estimaciones de que el actuar del gobierno pudo retrasar semanas la respuesta global.

China libra hoy una gran batalla para revertir esta narrativa, bien representada por la ilustración del diario danés Jyllands-Posten del 27 de enero, donde se ve la bandera roja con imágenes amarillas del virus en lugar de sus típicas estrellas. O por Donald Trump hablando del “virus chino”.

Así, la contraofensiva china ha activado la “diplomacia de la mascarilla” —insumos médicos a otros países— y la propaganda, como un vistoso anuncio en las calles de Belgrado que muestra a Xi Jinping con la frase “Gracias, hermano Xi”. Vemos, además, a diplomáticos dando conferencias o escribiendo notas en la prensa local, así como el trabajo de información —a veces desinformación— de los medios chinos controlados por el partido. También destaca la “wolf warrior diplomacy” (diplomacia del lobo guerrero), en alusión a un filme chino donde una especie de Rambo asiático pelea a muerte por su país. Se ve, por ejemplo, en el tono pendenciero —en ocasiones insultante o amenazante— con que los diplomáticos chinos responden a las críticas, un poco en sintonía con lo que National Endowment for Democracy definió en 2017 como “sharp power” (poder incisivo), propio de países autoritarios y manifiesto, entre otras, en iniciativas orientadas a manipular, monopolizar y censurar.

No será fácil para China salir airosa, aunque el repliegue del liderazgo estadounidense la favorece. En el largo plazo, quizás, solo aprender la lección, inspirar confianza y exhibir un poder blando creíble le permitirían ganarse las mentes y corazones del mundo, algo incompatible con la autocracia.

Lo más leído