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DF Conexión a China | El discurso de los primeros

Claudia Labarca Doctora en Relaciones Internacionales, Centro de Estudios Chinos contemporáneos, Durham, profesora asociada facultad de comunicaciones puc

Por: Claudia Labarca | Publicado: Martes 7 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
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Claudia Labarca

Hace casi 15 años ya que el eje discursivo de la diplomacia entre China y Chile se basa en el llamado “discurso de los primeros”. Al centro de esta retórica – en sentido original, aristotélico del término- está la idea del apoyo central y sistemático de Chile hacia la política exterior de la República Popular China.

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Así, Chile se plantea como el primer país en reconocer diplomáticamente a la China de Mao en Sudamérica, el primero en firmar un Tratado de Libre Comercio con el gigante asiático y el primero en apoyar la entrada a China a la OMC. Últimamente, este discurso ha girado también hacia el ámbito comercial, convirtiéndose Chile en el primer proveedor de frutas desde América Latina y siendo reconocido como tal en los ambientes comerciales públicos, pero también privados.

Para Chile, la lógica de fomentar este eje discursivo resulta evidente. Por un lado, nos posiciona como una nación privilegiada e incluso vanguardista en la relación con China. Más aún, nos encumbra al liderazgo de América Latina hacia la RPC. Por otro, nos permite mantener el estatus de país amigo con el gigante asiático, vital para una economía como la nuestra, basada en las exportaciones. Si se analizan documentos de cancillería, discursos presidenciales y otros, se puede apreciar que “el discurso de las primerías” funciona como puerta de entrada inevitable a China.

Cabe preguntarse por qué China no sólo valida, sino que promueve este discurso. Hace unos días, escuchando a un experto chino en relaciones internacionales de la prestigiosa Universidad de Fudán, pude darme cuenta de algunos aspectos clave de la política exterior china, que hacen sintonía con el discurso bilateral sino chileno. Primero, hay que entender China a desde la propia etimología de su nombre: Zhōngguó, la nación que está en el centro, en el medio. Este concepto se traduce desde la predominancia política y la propia identidad; segundo, el eje discursivo implica también la necesidad y voluntad de China de convertirse en un “stakeholder” respetuoso del actual orden internacional; y finalmente, la creciente importancia que la nación asiática le asigna a América Latina.

En este sentido, Chile cumple con todos los requisitos para ser puesto como el “golden boy” de las relaciones de China con el resto de América Latina. Primero, por la asimetría, que se mantendrá en el tiempo, aunque seamos relevantes como proveedores de materias primas. Segundo, todas las “materias” en las que Chile ha prestado su apoyo a la RPC se delimitan a la economía y a lo comercial, tema fundamental para China y su estrategia de insertarse en el nuevo orden a través de una estrategia de “soft power” basado en lo económico y en la cooperación Sur -Sur. Y acota las relaciones con Latinoamérica a la esfera comercial/económica lo que, en alguna medida, aleja el fantasma de la influencia ideológica del país asiático en el continente.

No olvidemos, por último, dos preceptos primordiales de la política exterior China: cooperación -nunca intervención- en asuntos internos de otros, y pragmatismo.

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