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Democracia en tiempos de Covid-19

Cassandra Sweet Directora, Espacio Público

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"Si no quieres votar, no tienes que hacerlo", me dijo la alcaldesa. Era domingo por la noche y estaba discutiendo por teléfono. "No se trata de mi preferencia", respondí, intentando no gritar. "Se trata de una crisis de salud pública. Esto es vida y muerte."

Estaba trabajando para mantener la calma con la alcaldesa del suburbio donde vivimos en Nueva York, a 27 kilómetros de Times Square. Las elecciones locales estaban fijadas para el miércoles. Era una elección pequeña, ejemplo clásico de la densidad democrática de los Estados Unidos, donde los ciudadanos votan casi incesantemente, para todos los puestos, desde comités locales de educación pública, hasta jueces, alcaldes y en algunos estados el sheriff, esa figura clásica estadounidense con sombrero y estrella en el pecho.

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La alcaldesa se enfrentaba a un dilema real. Las municipalidades en el estado de Nueva York no supervisan sus elecciones, que están legalmente bajo la jurisdicción de la Junta Electoral del estado. Si la alcaldesa decidía unilateralmente cancelar la elección, dos de cinco puestos estarían sin un representante legalmente elegido. "¿Qué pasa si uno de nosotros está demasiado enfermo para realizar nuestras tareas? No tengo una banca profunda". Estas son preguntas relevantes. ¿Quién coordinaría los servicios locales de ambulancia voluntaria? ¿Quién supervisaría la policía local? Con sólo unos pocos votos, la alcaldesa gozaría de una burocracia estatal legítima. ¿Podrán los paños con alcohol en las urnas salvar la democracia local y asegurar la representación que la ciudad necesitaba?

Esta semana, los encargados de formular políticas estadounidenses en todos los niveles del gobierno luchaban por llenar el enorme vacío dejado por la ineptitud del Presidente Trump, quien comunicó a los gobernadores que estarían solos en lo que respecta a los inputs cruciales para combatir la pandemia del Covid-19: "Respiradores, ventiladores, todo el equipo, intenten conseguirlo ustedes mismos". La incapacidad de líderes nacionales de enfrentar esta crisis no es un fenómeno únicamente norteamericano. En una conferencia de prensa en México, el Presidente Andrés Manuel López Obrador levantó un escudo imaginario y balbuceó incoherentemente. El brasileño Jair Bolsonaro calificó el virus como una "fantasía", un día antes de dar positivo (lo que aún no se confirma ni descarta). El diario británico The Times se preguntó si Boris Johnson tenía "algún plan en absoluto".

La alcaldesa y yo colgamos el teléfono. Mis argumentos se habían quedado cortos. No había podido transmitir la urgencia. Un minuto después, recibió un mensaje de texto. "El gobernador Cuomo suspendió las elecciones". La densidad democrática local de EEUU estaba mostrando su poder. Por ahora los gobernadores llenarán el vacío de poder federal. Las discusiones, tensiones y decisiones entre políticos locales resultarán en la protección inmediata de residentes de nuestro sector, un "hotspot" en la batalla.

En EEUU como en Chile, las elecciones deberán esperar hasta que retroceda la ola mortal del Covid-19.

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