Cecilia Cifuentes

San Martín y Panguipulli

Cecilia Cifuentes Directora Centro de Estudios Financieros ESE Business School

Por: Cecilia Cifuentes | Publicado: Martes 24 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Cecilia Cifuentes

En estas fechas de fiestas patrias suelo combinar unos días sureños con familia y amigos entre San Martín de los Andes en Argentina, y luego en nuestro lindo lago Panguipulli. Recuerdo hace varias décadas, siendo niña, esos cruces a Argentina: atravesando pésimos caminos en Chile, era un panorama espectacular, era ver un país desarrollado, ciudades como San Carlos de Bariloche y San Martín de los Andes realmente muy lindas, con hotelería, comercio, restoranes y servicios en general muy superiores a los nuestros.

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Chile no se quedaba atrás en los paisajes -de hecho, no sé si será patriotismo, pero siempre me ha parecido más linda la naturaleza chilena-, pero la pobreza se veía en todo, en la población del lugar, los mediocres hoteles y escasos restoranes, el casi inexistente comercio y en los pobres servicios del Estado. “Quedarse en pana” en esos caminos era parte del viaje.

¡Qué distinta es mi percepción ahora! San Martín sigue siendo muy lindo, y por culpa de la política, unos días de esquí en Chapelco nos costaron un tercio de lo que habría costado acá. Me pregunto si esta ganancia en competitividad tendrá algo de permanente o se la terminará comiendo la inflación, como ha sido la tónica en los últimos 20 años. “Los argentinos piensan en verde”, escuché hace tiempo, lo que hace muy difícil lograr una devaluación competitiva. Hasta he pensado que no sería mala idea para nuestros vecinos copiarnos la UF y tener su propia moneda dura distinta del dólar.

San Martín sigue siendo una ciudad encantadora, los argentinos atienden muy bien y son muy simpáticos. Se come rico y más ahora, cuando además es tan barato. Pero el comercio ha decaído y el camino al centro de esquí de Chapelco está plagado de hoyos. Una anécdota curiosa al respecto es que los hoyos tienen los bordes pintados amarillos, una gran ayuda para evitarlos. “Nos los tapan –pensé-, pero al menos los señalan”. Pero resulta que quien los pinta es un sanmartinense, como un favor a la comunidad, la que a su vez lo ayuda con las pinturas. Paradójico: parece que el exceso de estatismo termina con la ausencia del Estado en sus roles principales. Un Estado que opera más como una mafia que como un servicio a la comunidad.

Ahora nuestro Chile parece superar en todo a Argentina, los caminos, las aduanas, y los servicios, que mejoran año a año. Cada temporada se abren nuevos y excelentes restoranes, lindas tiendas, caminos en general pavimentados y, por supuesto, la tan anhelada estabilidad de precios, que nuestros vecinos llevan años sin disfrutar.

¿Cómo se explican estas historias divergentes? La repuesta me parece obvia: es el modelo de apertura, libertad económica y rol subsidiario del Estado en Chile, y de controles, proteccionismo y estatismo en Argentina. Este, a su vez, trae como consecuencia la corrupción, ya que son las reglas del Estado las que determinan el éxito o fracaso, y no el esfuerzo personal. Son tan evidentes estas crecientes diferencias entre Chile y Argentina, que me cuesta entender que todavía tantos en nuestro país cuestionen “el modelo” y vivan pregonando discursos estatistas y proteccionistas. Sería cosa de que cruzaran la cordillera más a menudo y con los ojos bien abiertos.

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