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Biometría del comportamiento

Hernán Orellana, director de Bci y consultor de Transformación Digital

Por: Hernán Orellana | Publicado: Miércoles 22 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
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Hernán Orellana

Biometría se ha convertido en una palabra de moda en el mundo de las transacciones electrónicas, debido a que tiene el potencial de hacer que el proceso de autentificación, es decir la identificación irrefutable de que un usuario es quién dice ser, sea mucho más rápido, fácil y más seguro que lo que tenemos hoy con las contraseñas tradicionales.

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Inventadas hace 60 años por el científico Fernando Corbato del MIT, cuando la seguridad era un problema menor, las contraseñas se han transformado en un problema mayúsculo para la seguridad de la digitalización y la experiencia de los usuarios, aumentando la complejidad de los sistemas, las medidas de protección requeridas y los mayores riesgos de fraudes y delitos de ciberseguridad.

La biometría puede ser física o de comportamiento, siendo en ambos casos referida a rasgos humanos, los que son utilizados para identificar digitalmente a una persona que quiere realizar una transacción electrónica.

La biometría física se refiere a las características físicas del cuerpo humano, como son la huella dactilar, la voz o la retina. La biometría del comportamiento analiza parámetros asociados a la forma en la cual una persona usa su teclado, el mouse o la forma en la cual presiona la pantalla de su celular, entre otros.

Si bien es cierto que la biometría física puede ayudar a mejorar la seguridad en las transacciones digitales, tiene una serie de inconvenientes que han limitado su uso. Una restricción es la necesidad de contar con sensores específicos, como un lector de huella dactilar, dependiendo del rasgo físico que se quiera medir. También es posible que dichas características físicas sean robadas, lo cual posibilita que sean mal utilizadas. Por ejemplo, huellas dactilares, grabaciones de voz o fotos de usuarios robadas pueden ser usadas para suplantar al usuario real en múltiples transacciones y sistemas.

La biometría del comportamiento, al basarse en características propias de la persona en su interacción con el entorno, y el uso de software de inteligencia artificial que es capaz de aprender de este comportamiento en la medida que va cambiando, permiten generar un patrón característico de la persona que es único, imposible de copiar o de reutilizar.

Uno de los mayores beneficios de la biometría del comportamiento es su capacidad de enfrentar el reto de la seguridad de la transacción electrónica sin impactar la experiencia ni la privacidad del usuario, dado que este tipo de solución puede analizar los parámetros relativos al comportamiento del usuario en forma instantánea, en forma paralela y totalmente invisible para el usuario.

Las directivas europeas para aumentar la seguridad de las transacciones electrónicas que entrarán en vigor hacia fines de este año hablan de que se deben cumplir dos de tres condiciones en forma simultánea para garantizar una transacción: algo que el usuario sepa (como una contraseña), algo que el usuario tenga (como un dispositivo) y algo que el usuario sea, como su biometría. Miremos con interés y aprendamos de estas directivas.

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