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Ottone y la pandemia: “Chile debe entender que las sociedades rotas están destinadas al fracaso”

“La discusión pública debería cambiar de tono”, dice. “Esta crisis ha mostrado que Chile tiene instituciones que funcionan”.

Por: Rocío Montes | Publicado: Martes 14 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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Incluso antes de que se decretara la cuarentena en Providencia, donde vive con su esposa, Ernesto Ottone (Santiago, 1948) estaba encerrado en su departamento terminando un nuevo libro, “La democracia en la neblina”, un texto donde algo alcanzó a incluir respecto de la pandemia que azota al mundo.

Especialista en globalización, democracia y ciudadanía, el catedrático del Colegio de Estudios Mundiales de París no se advierte abrumado al teléfono, por donde se realiza esta conversación, aunque la mayor parte de su familia –hijos y nietos– se encuentra en Francia… también confinada, como él.

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–¿El populismo y el nacionalismo saldrán fortalecidos de esta crisis?

–Va a haber una tendencia hacia ello, porque es la respuesta más fácil: la del miedo, que es un sentimiento tan fuerte. Pero en medio de esta crisis parece evidente que ningún país puede vivir hoy sin el mundo.

–Pero se ha hablado del fin de la globalización…

–El problema no es entre globalización o antiglobalización. El problema es qué tipo de globalización. Porque el proceso de la globalización –de la contracción del tiempo y el espacio– va a continuar. Yo esperaría, sin embargo, que predominen las tendencias a una globalización con mayor ciudadanía y menos desregulación. Un cambio aún más grande que el que tuvo la Humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, que significó una economía mucho más regulada, tendencias a una mayor igualdad y un proceso de descolonización. Estas tendencias duraron hasta los años noventa. Se requiere con urgencia una convivencia global diferente a la actual.

–¿El Estado tomará un papel central? Porque también han quedado en evidencia sus límites…

–Han quedado en evidencia sus límites, pero los Estados son el instrumento a través del cual se ha actuado. No es el privado el que puede tomar la dirección de esto: aquí todos los ciudadanos miran hacia ese Estado. Fíjense que en Chile estábamos en una situación muy compleja. Y hay asuntos que se tienen que retomar, como la renovación constitucional, por ejemplo. Una sociedad que reclama más equidad, más igualdad. Todos esos temas siguen vigentes y pendientes, pero ¿eso se puede hacer a través de la fractura, ruptura y por medio de la violencia? Yo creo que no: la democracia necesita debate, pero necesita también cooperación. La adversariedad no significa enemistad. Chile debe entender que las sociedades rotas están destinadas al fracaso.

–Era evidente que la sociedad estaba muy polarizada a poco más de un mes del plebiscito que se iba a celebrar el 26 de abril.

–Y por ello, luego de superada la pandemia, los chilenos deberíamos repensar nuestra convivencia y el patrimonio que tenemos. Porque una de las características de la discusión que se tenía en Chile era también una desconsideración total por los 30 años de democracia. Parecía que todo había sido un gran error y resulta que esta crisis ha mostrado que Chile tiene instituciones que funcionan.

–¿Aunque la ciudadanía no confíe en ellas?

–Los trabajadores de la salud están trabajando con más aciertos que desaciertos. Las fuerzas de seguridad y de orden están trabajando y han tenido más aciertos que desaciertos. Lo mismo todas las instituciones del aparato del Estado. Ello es producto de una larga construcción democrática.

–¿El gobierno?

–También el gobierno. No hay que ser mezquino en ese sentido. Es un gobierno que con todos sus defectos está trabajando por resolver los problemas. Aquí no se trata de un problema de elogios, pero el gobierno está cumpliendo con su deber. Y hace esfuerzos por coordinarse con el conjunto de instituciones de la sociedad. Entonces: tenemos muchos defectos, pero tenemos también virtudes acumuladas que permiten estar combatiendo esta pandemia. Hay que esperar, claro. Las cosas siempre pueden empeorar, pero hasta ahora hemos tenido una respuesta esforzada y con ciertos resultados. No somos un país al descampado frente a la emergencia sanitaria.

–Una vez superados los peores meses de la pandemia, ¿qué es lo que debería cambiar exactamente en la discusión pública chilena?

–El tono. La discusión pública debería cambiar de tono y tener otra relación con la realidad, porque la realidad nos ha dado una lección tremenda de humildad. Humildad respecto a los problemas que tenemos y a los logros que hemos alcanzado. La gran lección de esta crisis sanitaria es que un país de desarrollo medio-alto como Chile debe avanzar con mayor cooperación que ruptura. Debemos ser conscientes de que vamos a ser un país más pobre de lo que éramos en septiembre del año pasado. Tendremos problemas de desempleo y va a haber que hacer esfuerzos inmensos. Quien no entienda eso le hará un daño muy grande a Chile.

–¿De quiénes habla cuando pide cambiar el tono?

–Hablo de todos, de un mundo político que se tiene que poner a la altura del país, de un gobierno que debe trabajar con una mayor humildad y cooperación, y de empresarios que tienen que entender que el mercado y el consumidor no lo es todo. La ciudadanía debe entender que este es un problema mayor y que las dificultades que se vienen serán muy grandes y que este escenario no se puede enfrentar con frivolidad, porque aquí va a haber sufrimiento para muchos.

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