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Martin Wolf: La amenaza y la promesa del dinero digital

"El entusiasmo por las criptomonedas parece exagerado, las nuevas plataformas de pago parecen útiles y la Libra de Facebook parece preocupante".

Por: Martin Wolf | Publicado: Lunes 25 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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¿Cuál es el futuro del dinero en una era digital? Este fue el tema de un evento en el Instituto Peterson para la Economía Internacional el mes pasado. Este seminario representó el punto intelectual culminante del tiempo que pasé en las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial en Washington. La primera respuesta a esa significativa pregunta es: "Es complicado". La segunda es: "Es realmente importante", especialmente desde el lanzamiento del proyecto Libra de Facebook.

Esta nueva idea ha obligado a los legisladores a pensar detenidamente al respecto; y con razón. El dinero es demasiado importante para dejarlo sólo a cargo del sector privado. Igual que la ley, el dinero es un bien público fundamental. El Estado siempre ha supervisado el dinero y debe continuar haciéndolo. En un excelente discurso durante el evento, Lael Brainard, miembro de la junta de gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos, dejó en claro que así seguirá siendo. Pero la Fed no es el único regulador que está pensando en estos nuevos participantes en el sistema monetario.

¿Cómo debieran hacerlo? En el panel que moderé, Hyun Song Shin, del Banco de Pagos Internacionales (BIS, su sigla en inglés), hizo una distinción entre la "arquitectura" del sistema monetario y la "tecnología" que lo habilita. El sistema monetario de hoy ofrece un ejemplo. La mayor parte del dinero que usamos es el subproducto de los préstamos de instituciones privadas (bancos). En consecuencia, nuestro dinero principalmente consiste en las deudas transferibles de los bancos a los titulares de cuentas. Hace un siglo, las cuentas estaban en papel; actualmente, están en registros electrónicos. Pero la arquitectura no ha cambiado.

¿Arquitectura o tecnología?

Entonces, ¿estamos viendo un cambio en la arquitectura o simplemente en la tecnología? Para responder a esta pregunta, es útil recordar las tres funciones del dinero: servir como unidad de cuenta, como depósito de valor y como medio de pago. Hoy en día, el Estado establece la unidad de cuenta, pero los bancos son los que principalmente proporcionan el depósito de valor y los sistemas de pago. En este contexto, consideremos tres formas de dinero digital: las criptomonedas; los sistemas de pago digital establecidos, como Alipay de Alibaba; y la Libra de Facebook.

Las criptomonedas ofrecen nuevas unidades de cuenta, nuevos depósitos de valor y nuevos medios de pago. Por lo tanto, también ofrecen una nueva arquitectura para la creación y el uso del dinero. Pero es una pésima arquitectura. Como lo expresó Brainard en su discurso: "Las primeras versiones de las criptomonedas han exhibido una extrema volatilidad; una limitada capacidad de rendimiento; unos impredecibles costos de transacción; una gobernanza limitada o nula; y una transparencia limitada". Son una fantasía anarquista.

Sin embargo, los nuevos sistemas de pago son reales y de gran magnitud. Según Brainard, "en China, los consumidores y las empresas participan en dos redes móviles, Alipay y WeChat Pay, que, de acuerdo a algunos, manejaron más de US$ 37 billones (millones de millones) en pagos móviles el año pasado". Como mínimo, estos sistemas les transfieren los pagos minoristas a nuevos participantes en los sistemas de pago. Pero, como argumenta un importante documento de Markus Brunnermeier y Harold James (ambos de Princeton) y Jean-Pierre Landau (de Sciences Po), los sistemas de pago digital también pueden crear ecosistemas rivales, con pagos vinculados a redes de datos, con la banca y la gestión de activos como funciones subordinadas.

No obstante, si bien estos sistemas cambian la forma en que se realizan los pagos minoristas, sus implicancias en relación con el sistema monetario deben mantenerse en proporción. Estos proveedores utilizan los depósitos de un banco o del banco central como depósitos de valor. Además, los saldos de pagos de Alipay y WeChat sólo representan cerca de 2% de los depósitos bancarios en China. Pero, sobre todo, los pagos al por mayor son mucho mayores que los pagos minoristas. Dadas las fluctuaciones y la escala intradía, los mercados mayoristas dependen del crédito intradía del banco central; no pueden operar sobre una base de "efectivo por adelantado".

La Libra promete un nuevo sistema de pago global apoyado por una "moneda estable" respaldada de manera no transparente por activos denominados en monedas nacionales. Esto plantea una serie de problemas: el lavado de dinero, el financiamiento de crimen y de terrorismo, la protección al consumidor, el efecto sobre la política monetaria y sobre la estabilidad, el impacto en el sistema bancario; y la efectividad de las regulaciones globales.

"Muévete rápido y rompe cosas", es el último lema que el mundo necesita en el ámbito de las finanzas. Además, Facebook no ha demostrado ser digna de confianza, por decirlo suavemente.

¿Dónde deja esto a los gobiernos, a los bancos centrales y a los reguladores? En un estado de vigilancia, una espera. Pero ellos también necesitan reconocer nuevas oportunidades para ofrecer pagos más rápidos y más económicos, particularmente los transfronterizos, y para ofrecer una mayor inclusión financiera. Hasta ahora, sin embargo, el entusiasmo por las criptomonedas parece exagerado, las nuevas plataformas de pago parecen útiles y la Libra de Facebook parece preocupante.

Rol de bancos centrales

En este nuevo mundo digital, los bancos centrales también deben preguntarse si deben crear, y cómo, su propio dinero digital. Esto no debería ser sólo para reemplazar al cada vez más anticuado dinero en efectivo en papel (ahora una tecnología de 1.000 años), sino también para competir con los depósitos bancarios comerciales. Así como Internet ha terminado siendo más una fuente de aumentado control gubernamental que una fuente de mayor libertad, como esperaban los libertarios hace dos décadas, la revolución en el dinero digital pudiera permitir que el banco central reemplazara los pasivos de los bancos privados con los suyos. De esta manera, el señoreaje -los ingresos que se obtienen de la creación del dinero- actualmente disfrutado por la banca privada, sería transferido nuevamente a los contribuyentes. La Fed no tiene la intención de seguir este camino. Pero Suecia está pensando en hacerlo, como lo indicó Stefan Ingves, el gobernador del Sveriges Riksbank (banco central de Suecia), durante el seminario del Instituto Peterson. Es probable que otros países sigan su ejemplo.

Algunas de las nuevas ideas puede que resulten ser mucho menos revolucionarias de lo que muchos anticipaban. Algunas puede que sean rechazadas por completo. Pero otras parecen ser mucho más valiosas, particularmente la de una moneda digital del banco central. Eso podría transformar los sistemas monetarios de hoy día, lo que podría resultar ser algo realmente beneficioso. Dejemos que las tecnologías digitales alimenten la experimentación, pero con cautela.

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