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Jens Weidmann crea un clima sombrío sobre el Banco Central Europeo

Si él simplemente validara la opinión ortodoxa alemana como presidente del BCE, sería un desastre.

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 12 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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¿Quién debería suceder a Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo? Esa es la decisión más importante que los gobiernos europeos tomarán este año. Es más importante incluso que cómo enfrentarán a un Reino Unido idiota. Es más importante que lidear con Donald Trump. Es más importante que quiénes serán los presidentes de la Comisión o el Consejo Europeo. El próximo presidente del BCE podría determinar si hay una zona euro, quizás una Unión Europea, cuando termine su mandato en 2027. El período de Draghi ha sido así de importante. El de su sucesor podría serlo también.

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En octubre de 2011, escribí una carta abierta a Draghi. Argumenté que el BCE debe ser un prestamista de última instancia en los mercados para la deuda pública, por lo tanto estabilizando también a los bancos. Concluí que la “zona euro arriesga una oleada de crisis fiscales y bancarias. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera no lo puede detener. Sólo el BCE. Como la única institución que cubre toda la zona euro, tiene la responsabilidad. También tiene el poder. Lo siento, Mario. Pero enfrentas una decisión entre complacer a los halcones monetarios o salvar a la zona euro. Elige lo último. Explica por qué estás tomando la decisión. Y recuerda: la fortuna favorece al valiente”.

Draghi hizo lo correcto, sobre todo con su celebrada declaración en julio de 2012 que “dentro de nuestro mandato, el BCE está listo para hacer lo que sea necesario para preservar el euro”.

En agosto de 2012, el BCE anunció su programa de “operaciones monetarias sin restricciones”, para comprar los bonos de gobiernos en problemas que acuerden programas adecuados. Entonces, en enero de 2015, el BCE siguió a otros bancos centrales al iniciar el alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés).

Medida en estándares razonables, la inflación no ha logrado alcanzar el objetivo del BCE de “por debajo, pero cerca de 2%”. Pero en otros respectos, las acciones del BCE fueron un éxito. La espiral de la muerte de crecientes rendimientos de bonos y bancos débiles se detuvo. La economía de la zona euro tocó fondo en 2013 y luego siguió a la de Estados Unidos, a medida que los rendimientos se normalizaron y la confianza repuntó.

Nuevo rol del BCE

La recuperación de la zona euro de su crisis, quizás incluso su supervivencia, le debe más al BCE que a cualquier otra institución. Esto no significa negar el rol de los gobiernos en establecer nuevas instituciones y, cuando la situación lo ameritó, respaldar al BCE. Pero esta fue la única institución de la zona euro con el poder de fuego necesario. Esto se mantendrá en el futuro, dada la fragilidad duradera de la zona euro caracterizada por la política nacional -en lugar de regional-, bancos débiles, respaldos fiscales inadecuados y economías persistentemente divergentes.

Draghi ha transformado al BCE de un descendiente del antiguo Bundesbank a un banco central moderno, y de un banco central pensado para una economía pequeña y abierta, a uno apropiado para una economía continental y diversa. El tema crucial entonces es si su sucesor tendrá el intelecto, flexibilidad y coraje necesarios para responder ante lo que pase. Algo de lo que podría pasar podría ser, de hecho, peligroso: el mundo está altamente inestable; la inflación de la zona euro es muy baja; y la política monetaria está cerca de sus límites normales. Incluso la desaceleración actual demanda acción. Una desaceleración mayor podría demandar una acción heroica. El próximo presidente podría tener que sacar algunos conejos de su sombrero.

Apuesta alemana riesgosa

Es dudoso si cualquiera de los candidatos cumple estos altos estándares. El más riesgoso por lejos sería Jens Weidmann, el presidente del Bundesbank. Weidmann se ha opuesto a muchas de las innovaciones de Draghi, incluyendo recurrir al QE. Él incluso testificó en contra de las operaciones monetarias sin restricciones ante el tribunal constitucional alemán. El consejo del BCE podría ser capaz de obligarlo a hacer lo correcto en una crisis. Pero esa sería una forma disparatada de liderar el banco central.

Sin embargo, hay una posibilidad alternativa. Lo que podría reconciliar a los alemanes con cómo se debe comportar el BCE es un reconocimiento de esa realidad por parte de un presidente alemán. Él tendría que decirle a sus compatriotas algunas verdades crueles. De forma más obvia, que la inflación ha sido más baja al mando del BCE que al mando del Bundesbank. Entonces tendría que destacar que un mundo de baja inflación y tasas de interés muy bajas no es uno en el cual los ahorros tienen mucho valor económico.

Finalmente, ese presidente alemán debería agregar que el sector privado alemán tiene un superávit de ahooros sobre inversión comparable en escala al de Japón. Es posible que Alemania tenga empleo pleno y un superávit fiscal porque Alemania ha tenido un gran superávit de cuenta corriente. Eso habría sido mucho más difícil si Alemania no hubiera estado dentro de la zona euro: un marco alemán flotante de seguro se habría apreciado mucho, Alemania estaría ahora en deflación, un porcentaje mucho mayor de su producción orientada a la exportación se habría mudado al exterior y su política monetaria podría ser como la de Japón.

En resumen, Alemania ha sido un gran beneficiario económico del euro. Un Weidmann que hubiera hecho eso una y otra vez, y hubiera apoyado sólidamente las acciones tomadas por el BCE, habría hecho una gran diferencia en la política de la zona euro. Desafortunadamente, ese Weidmann no ha estado en evidencia. En cambio, ha representado y ha validado la visión alemana escéptica. Si eso es lo que hará como presidente, sería un desastre. Si tomara la visión amplia, sería una bendición. Esto, y no su nacionalidad, es el tema. No puede haber objeción a un presidente alemán. Por el contrario, un presidente alemán realista y razonable sería una gran bendición.

¿Entonces cómo sería Weidmann? Sólo él lo sabe. Sobre todo, esta decisión no debe ser producto de regateo entre gobiernos. La pregunta es si el próximo presidente puede y hará el trabajo como Draghi lo definió. Todo lo demás es ruido.

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