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El conflicto entre EEUU y China desafía al mundo

Por: Martin Wolf | Publicado: Miércoles 22 de mayo de 2019 a las 04:00 hrs.
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¿Dónde deja el creciente conflicto económico entre Estados Unidos y China al resto del mundo, especialmente a los aliados históricos de EEUU? En circunstancias normales, los últimos deberían permanecer a su lado. La Unión Europea (UE), después de todo, comparte muchas de sus preocupaciones sobre el comportamiento chino. Sin embargo, estas no son circunstancias normales. Con Donald Trump, EEUU se ha vuelto una superpotencia deshonesta, hostil, entre muchas otras cosas, a las normas fundamentales de un sistema de comercio basado en acuerdos multilaterales y reglas vinculantes. De hecho, los aliados de EEUU también son un objetivo de la ola de bullying bilateral.

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Entonces ¿qué van a hacer los aliados estadounidenses mientras EEUU y China batallan? Esto no se trata sólo de Trump. Su foco en los desequilibrios del comercio bilateral podría incluso ser relativamente razonable. Peor aún, un gran porcentaje de los estadounidenses comparte una creciente hostilidad no sólo hacia el comportamiento de China, sino al hecho del ascenso de China.

También estamos viendo un gran cambio en el pensamiento conservador. En 2005, Robert Zoellick, el vicesecretario de Estado, argumentó que China debería “convertirse en un jugador responsable” en el sistema internacional. Recientemente, Mike Pompeo, el secretario de Estado, mostró una perspectiva diferente. El especialista en asuntos internacionales Walter Russell Mead describe la animada idea de Pompeo como sigue: “Mientras los internacionalistas liberales creen que la meta de la participación global de EEUU debería promover la emergencia de un orden mundial en el que las instituciones internacionales sustituyen crecientemente a las naciones-Estado como los principales actores de la política global, los internacionalistas conservadores creen que la participación de EEUU debería ser guiada por un foco más limitado en intereses estadounidenses específicos”. En resumen, EEUU ya no ve por qué debería ser un “jugador responsable” en el sistema internacional. Su concepto es, en cambio, la política del poder del siglo XIX, en la que el fuerte manda al débil.

Esto es relevante también para el comercio. Es una falsedad que el sistema de comercio se hubiera basado en la noción de que las instituciones internacionales debían sustituir a las naciones-Estado. El sistema se construyó sobre las ideas hermanas de que los Estados deberían hacer acuerdos multilaterales con los demás y que la confianza en esos acuerdos debería ser reforzada por un sistema de resolución de disputas vinculante. Esto debería traer estabilidad a las condiciones del comercio, de las que dependen las empresas internacionales.

Regreso a los ‘30

Todo esto está en riesgo ahora. La expansión de la guerra arancelaria y la decisión de limitar el acceso a la tecnología estadounidense a Huawei, el único fabricante chino de tecnología avanzada con liderazgo mundial, parecen apuntar a mantener a China en una inferioridad permanente. Esa es ciertamente la forma en que lo ven los chinos.

La guerra comercial también está convirtiendo a EEUU en un país significativamente proteccionista, con aranceles que en promedio posiblemente sean pronto más altos que los de India. Un paper del Peterson Institute for International Economics plantea que “Trump está… amenazando con aranceles a China que no están lejos del nivel promedio de los gravámenes que EEUU impuso con la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930”. Los aranceles podrían incluso quedarse así de altos, porque las demandas que está negociando EEUU son demasiado humillantes para que China las acepte. Estos impuestos también generarían un desvío a otros proveedores. Los aranceles podrían entonces expandirse hacia estos últimos; el bilateralismo es a menudo una enfermedad contagiosa. Contrario a las protestas de Trump, los costos también recaen sobre los estadounidenses, especialmente los consumidores y los exportadores agrícolas. Irónicamente, muchos de los condados más golpeados están bajo control republicano.

Algunos podrían incluso concluir que los altos costos significan que el conflicto no puede sostenerse, en especial si provoca disrupción de los mercados financieros. Un resultado alternativo y más creíble es que Trump y el presidente chino Xi Jinping son líderes “fuertes” que no pueden ser vistos cediendo. El conflicto entonces se mantendrá congelado o, más probablemente, empeorará a medida que las relaciones entre los dos superpoderes se vuelve crecientemente venenoso.

Pequeños, pero relevantes

¿Dónde deja esto a los aliados de EEUU? No deberían respaldar los intentos estadounidenses de impedir el alza de China: eso debería ser inadmisible. Deberían indicar dónde concuerdan con los objetivos de EEUU en el comercio y tecnología y, si es posible, mantener una posición común en estos temas, en especial entre la UE y Japón. Deberían mantener los principios de un sistema de comercio multilateral, bajo el auspicio de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Si EEUU es exitoso en representar el sistema de disputas como falto de quórum, los otros miembros podrían acordar acatar un mecanismo informal en su reemplazo.

Más aún, debería ser posible mantener el comercio liberal, a expensas de EEUU y China. Anne Krueger, exprimera vicedirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), nota en una columna que, por su propia tonta decisión de rechazar el Acuerdo Transpacífico, EEUU sufre de discriminación legal de la OMC en contra de sus exportaciones a miembros del Acuerdo Comprensivo y Progresivo para la Asociación Transpacífica (CPTPP), que reemplazó al TPP. La UE también tiene Tratados de Libre Comercio con Canadá y Japón.

Esto es bueno. Pero pueden ir aún más allá. Los países que ven los beneficios de un orden comercial fuerte deberían convertir esos TLC en un “TLC global de los dispuestos”, en el que cualquier país dispuesto a aceptar los compromisos pueda participar. Uno incluso podría vislumbrar un futuro en el que los participantes en ese TLC global defiendan a sus miembros contra los asaltos comerciales ilegales de países no miembros, a través de represalias coordinadas.

La hostilidad entre EEUU y China es una amenaza a la paz y prosperidad globales. Las naciones externas no pueden detener este conflicto. Pero no están indefensos. Si los grandes poderes se mantienen fuera del sistema de comercio multilateral, otros pueden salir al frente. Ellos son, en conjunto, grandes jugadores. Deberían atreverse a actuar como tales.

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