Macro

Los países que “examinó” el Banco Central para dimensionar los ecos de la inmigración en Chile

Alemania, Israel y los Balcanes Occidentales fueron parte del análisis de la entidad. Cada experiencia reflejó particularidades.

Por: Rossana Lucero | Publicado: Jueves 13 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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Rodolfo Jara
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De proporciones “significativas” y que “no se revertiría en el corto plazo”, en particular la proveniente de Venezuela y Haití, calificaron desde el Banco Central el flujo migratorio que se ha observado hacia Chile en los últimos años.

Tras analizar distintas experiencias internacionales que plasmaron en el Informe de Política Monetaria publicado el lunes –con características bien únicas, dijeron-, la entidad llegó a dos conclusiones adicionales: la población extranjera es en promedio más calificada, más joven y con una mayor participación laboral que la chilena; y enfrenta menores impedimentos legales para insertarse en el mercado laboral –por ejemplo, a diferencia de europea- y comparte el idioma y otros aspectos culturales.

Dado lo anterior, el banco espera que continúen observándose efectos en el mercado laboral a medida que los extranjeros se integran a este, como una contención en las alzas salariales y presiones inflacionarias, además de ayudar a una mejora en la inversión y el crecimiento tendencial.

Según datos del INE, entre 2014 y 2018, la población foránea en Chile pasó de 490 mil personas a más de un millón 250 mil personas, lo que implicó un aumento de 4,3% a 6,4% de la fuerza de trabajo.

Un aspecto interesante de la inmigración que ha llegado a Chile recientemente es su diverso perfil educativo. Según el Censo 2017, el promedio de años de escolaridad de los chilenos es de 11 años, mientras que el de los inmigrantes haitianos es de 9,5 años, y el de los venezolanos de 15,6 años.

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El efecto venezolano en Perú y Colombia

El reporte del Banco Central advirtió que el fuerte flujo migratorio venezolano también ha afectado a otros países de América Latina, sobresaliendo los casos de Colombia y Perú que, se estima, han recibido del orden de un millón 250 mil (2,6% de la población) y 750 mil personas (2,3%), respectivamente.

De hecho, en su Memoria Anual de 2018, el Banco Central de Reserva del Perú concluyó que el flujo inmigratorio proveniente de Venezuela “habría reducido los costos salariales y potencialmente los precios de las actividades en el sector de servicios”, y “habría contribuido, a través del consumo privado, con 0,33 puntos porcentuales al crecimiento del PIB en 2018”.

Para los efectos de Colombia, el Banco Mundial (2018) sugiere que la migración venezolana habría tenido un impacto negativo sobre el empleo y los salarios de los trabajadores locales menos calificados en aquellas regiones más afectadas por el shock.

El mismo informe enfatiza que los efectos serían positivos sobre el PIB en el mediano y largo plazo.

Mayor espaldas para crecer

En el contexto de este análisis y las actualizaciones de población efectuadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), que incorpora un significativo aumento de los extranjeros y que debiera persistir en los próximos años, el ente rector chileno elevó su estimación de PIB tendencial (crecimiento de mediano plazo) para los próximos 10 años a entre 3,25% y 3,75%, lo que implicó un aumento de 0,25 puntos porcentuales con respecto a lo estimado en 2017, cuando no se consignó la magnitud de ese hecho.

Mientras que para el PIB potencial -nivel de PIB coherente con una inflación estable-, estimó que promediará 3,4% en el período 2019-2021.

Todo lo anterior en un contexto en que la economía actual está enfrentando una desaceleración respecto al crecimiento de 4% observado al cierre del año pasado.

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Situación de los Balcanes se asimila a Venezuela

Por atracción, como ocurre con la migración latinoamericana a EEUU o la peruana y colombiana a Chile; y expulsión, como en el caso de los Balcanes Occidentales, se mueven las personas en el mundo, advierte el análisis incluido en el Informe de Política Monetaria (IPoM).
En el segundo escenario, causados por un deterioro de las condiciones económicas o conflictos bélicos en el país de origen, se trata de fenómenos "más repentinos y suelen afectar a una mayor proporción de la población".
El reporte señala que lo ocurrido en Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Montenegro, la República de Macedonia del Norte y Serbia -los Balcanes Occidentales- podría tener alguna similitud con el caso venezolano actual.
Dicho proceso comenzó en los años sesenta por las malas condiciones económicas internas, y se fue acelerando hasta alcanzar su máximo con los conflictos armados originados en la disolución de Yugoslavia en los años '90. De forma sistemática, el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas extendió el fenómeno migratorio hasta hoy. Hacia el 2013, llegaba a los 5,7 millones de personas, equivalente a 31,2% de la población.
Según el Central, este tipo de episodios sugiere que la migración motivada por factores de expulsión tiende a ser persistente, en la medida que las condiciones político-económicas en el país de origen se mantienen deterioradas.

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El aporte ruso a la economía israelí y el caso de los sirios en Alemania

¿Qué pasa si llegan personas con más educación a Chile? Los economistas del Banco Central buscaron la respuesta en la inmigración rusa hacia Israel que siguió a la caída del Muro de Berlín.
Dicho flujo implicó un incremento del 15% de la población en edad laboral entre 1989 y 1997 (casi 2% por año), con un nivel educativo mayor: cerca del 60% de rusos contaba con educación universitaria contra el 30%-40% de los nativos israelíes.
Así, entre 1990 y 1991 -los años de más intensidad del proceso inmigratorio-, el salario promedio de los trabajadores nativos cayó y el retorno al capital subió. Sin embargo, hacia 1997 ambos habían recuperado sus niveles debido a un boom de inversión motivado por la inmigración.
Pese a su alta calificación, inicialmente tuvieron empleos de menor productividad y la transición hacia trabajos más productivos fue lenta, entre otras cosas, por diferencias en el idioma.
Si bien es difícil cuantificar su contribución, el banco dice que la evidencia también sugiere un efecto desinflacionario: por cada punto porcentual de más población migrante, los precios habrían bajado en cerca de 0,5%.
Otra experiencia que miró el Banco Central fue el flujo migratorio hacia Europa Occidental, en particular al Reino Unido y Alemania, tras la incorporación de varios países de Europa del Este a la Unión Europea en el 2004. Por ejemplo, esto implicó la llegada de más de 3,5 millones de personas a Reino Unido, equivalente a 5,6% de la población.

Barreras de entrada e inserción laboral

En el caso germano, a la migración desde los nuevos países de la UE, se sumó el ingreso de desplazados por el conflicto en Siria.
Así, la inmigración neta acumulada entre 2011 y 2018 fue de más de 4 millones de personas, lo que equivale a 5% de la población.
Un reporte del Bundesbank estimó que entre 2014 y 2017 los extranjeros -en general menos calificados- redujo el aumento de los salarios en cerca de 0,6% por año, limitando las presiones de costos asociadas a un mercado laboral estrecho.
Un estudio del German Institute for Economic Research añadió que entre 2011 y 2016 la inmigración explicaría hasta 0,4% de crecimiento adicional del PIB por año.
El análisis del IPoM sostuvo que la inmigración siria en Alemania podría ser una referencia útil para el caso de los migrantes haitianos en Chile, en particular por las dificultades que supone la falta de un idioma común en el proceso de integración al mercado laboral.
Agregó que un reporte reciente de la OCDE (2017), basado en encuestas a un conjunto amplio de empresas germanas, documentó que las principales barreras a la entrada de inmigrantes sirios eran la falta de claridad acerca de su status inmigratorio definitivo, o sea, si se le iba a aplicar o no el status legal de refugiado, permitiendo un permiso de trabajo; y las dificultades de lenguaje.

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