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Andrea Tokman pone foco en los jóvenes: “Me preocupa el efecto casi permanente que tendrá en sus trayectorias laborales”

Por: | Publicado: Lunes 19 de octubre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Si bien las últimas cifras de empleo y de actividad económica dan signos de haber tocado piso, el análisis de la economista jefa de Quiñenco, Andrea Tokman, ya asume que el daño en la capacidad de generar ingresos de los trabajadores más vulnerables es de “largo aliento”, lo que influirá de manera prolongada en sus trayectorias laborales con su correlato directo en la desigualdad y pobreza del país. Y esa es, a su juicio, la consecuencia más evidente que ocasionó la crisis sanitaria.

A ello, agrega que aunque mejore el tratamiento médico -incluido el uso de vacunas- para hacer frente al coronavirus, los patrones de comportamiento de la sociedad ya han sido alterados “permanentemente”, lo que se traduce en cambios estructurales en distintos mercados, con implicancias directas en la reasignación de personas entre trabajos y sectores.

- ¿Comparte la visión de que la pandemia aceleró la digitalización y automatización de los trabajos y, con ello, el desempleo estructural?

- La adopción de tecnologías “puente” entre clientes y productos, el riesgo de continuidad operacional por contagios y cuarentenas que incentiva automatización en procesos, el teletrabajo, la teleeducación… todo suma a acelerar la transición que ya estábamos viviendo, pero no implica inexorablemente más desempleo. Depende de las políticas públicas que lo acompañen.

Antes de la pandemia, no se traducía en menos empleos, sino que en desplazamiento de trabajadores de habilidades medias que debían recapacitarse para nuevos trabajos complementarios con la tecnología adoptada o caer al desempleo o trabajos precarios. Lo nuevo no es solo que acelera el proceso, sino que gran parte de los trabajadores sustituidos -que estaban siendo absorbidos por el creciente sector servicios-, hoy sufren mucho más fuerte el golpe de la crisis.

Es decir que este importante sector “amortiguador” pierde aceite y se dificulta la capacidad de la economía para evitar el desempleo masivo que muchos predecían desde la primera revolución industrial y que por suerte todavía no hemos vivido.

 - ¿Cree entonces que esta dificultad lleve a un desempleo masivo y permanente?

- Espero que, al igual que en otros momentos de la historia, nos sorprendamos por la capacidad de creación de nuevos productos y servicios que demanden ese componente humano irreemplazable como ha ocurrido hasta ahora. Espero que no seamos la primera generación en probar la tesis del “desempleo tecnológico” de Keynes. Reconozco que está difícil por el efecto adicional de la pandemia en sectores que, hasta ahora, entregaban alternativas a los trabajadores desplazados.

Pero la receta para ambos problemas es similar: apoyar la reinserción de trabajadores hacia empleos con futuro, ayudándolos a adquirir nuevas habilidades y en la conexión con nuevas oportunidades laborales; incentivos para que las empresas absorban a trabajadores de otros sectores, a los más golpeados, aún sin contar con la experiencia previa que típicamente uno buscaría en un nuevo contrato.

La protección debe darse a nivel personal, con buenos sistemas de protección social para las transiciones y con políticas públicas que propendan a que sea un proceso lo más rápido y eficiente posible. Sin la ayuda de una buena ley de reemprendimiento y quiebra, de programas de capacitación y reinserción, apoyos económicos y emocionales para la transición, este proceso queda trunco y perjudica desproporcionadamente a los más vulnerables y a la economía como un todo.  

- Esta pandemia ha amplificado el desempleo entre los jóvenes, que habitualmente es mayor al nacional, ¿le preocupa que esto eleve la frustración de ellos?, ¿de qué manera se puede contener?

- Me preocupa mucho el impacto actual y futuro de la crisis en los jóvenes por el efecto -casi permanente- que tendrá en sus trayectorias laborales, según la evidencia de recesiones previas, y, como dice, también en su creciente desencanto y actitud, a veces no tan constructiva, sobre cómo mejorar el futuro del país.

Políticas públicas focalizadas, como el programa de subsidios al empleo recién anunciado, los contratos de aprendices, el subsidio empleo joven, los programas de capacitación, la posibilidad de jornadas divididas para estudiantes que trabajen, son todos fundamentales para minimizar el efecto de la crisis en ellos.

Justamente porque para ellos el efecto es tan permanente -y porque excede las fronteras de lo económico-, es que es nuestra obligación, y también es una oportunidad para nosotros, entregarles las herramientas necesarias para que logren sortear esta crisis, valorando el apoyo que han recibido del resto de la sociedad y no enrabiados con una generación que les dejará más deudas, un medio ambiente más contaminado, una sociedad más polarizada.

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