La valentía de fracasar
Por Valentina Cielo, ingeniera mecánica, magíster en Gestión de Activos y Mantenimiento #SoyPromociona
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Valentina Cielo, ingeniera mecánica, magíster en Gestión de Activos y Mantenimiento #SoyPromociona
"¿Cuál es el consejo que más te ha impactado?", me preguntaron una vez. "Acepta tu vulnerabilidad y sé amable contigo misma”, contesté. Pero ¿cómo serlo en ambientes donde históricamente la vulnerabilidad puede ser sinónimo de debilidad?
El consejo venía sin esa respuesta, sino la receta sería perfecta. Es complejo liderar desde un espacio que expone nuestros fracasos. Es tremendamente difícil, pero hacerlo también es valiente. Es disruptivo e inesperado, es vencer los miedos y abrazar la experiencia que dejan los fracasos. Es ser solidario con el resto, ya que compartir los errores aporta perspectiva sin la necesidad de vivirlos. Viéndolo del lado contrario, no vivir la vulnerabilidad es permitir que el miedo a mostrarnos tal cual somos nos invisibilice, y así, perder la oportunidad de mostrar nuestro completo potencial.
¿Y por qué esto es importante en el mundo laboral? Tal como dice el libro de Brené Brown: “El poder de ser vulnerables”, a través de trabajar la vulnerabilidad, se puede dar y recibir feedback de forma más efectiva, ya que hay espacio a la conexión sin juzgar. Identificar de donde viene la vergüenza y la culpa en nuestros entornos organizacionales, para trabajar la resistencia a estas, dando espacio a la creatividad y la innovación.
Todo esto, si suena tan bien ¿Por qué es difícil? Vivimos en un mundo donde las redes sociales sólo muestran logros, sin mostrar los tropiezos. Los grandes congresos solo muestran casos de éxito y excelencia, y donde el curriculum que todos publican es un compilado de títulos y logros empresariales.
Me pregunto, ¿qué pasaría si hiciéramos un curriculum de fracasos? ¿Podríamos incluir un inventario de las veces que reprobamos alguna asignatura en la universidad, postulaciones desestimadas para una beca, rechazos al financiamiento de una idea, postulaciones laborales que no prosperaron, proyectos fracasados de los que hemos participado, o situaciones en las que no hemos sabido gestionar la presión?
Quizás así, le daríamos un espacio a exponer cómo los superamos; podríamos documentar los aprendizajes obtenidos, las enseñanzas que hay detrás de cada imperfección y, a su vez, inspirar a otros a seguir intentándolo las veces que sea necesario. Todo esto es lo que conocemos como resiliencia, nuestra infinita capacidad de adaptarnos a nuevos contextos, entornos adversos y aprender a reconstruirnos.
¿Qué tan dispuestos estamos a ser lo suficientemente valientes como para ser vulnerables e imperfectos?